CAPÍTULO INICIAL
INTRODUCCIÓN DEL LIBRO
Hola querido lector, si estás leyendo este libro, es porque te encuentras como yo en el mismo camino de búsqueda personal, de la felicidad, de conocerte y saber quién eres. Quizá llevas ya un trecho recorrido o quizá no, eso no importa, lo importante es que durante un tiempo vamos a estar juntos. Leerás lo que con tanto cariño he plasmado en un papel (o vete a saber qué tipo de soporte tengas en tus manos) para que tú, un día como hoy, te apetezca descubrir qué te quiere contar este personaje que mi Ser ha elegido en esta vida para recrearse, para jugar, para vivir y aprender. Para aprender a vivir.
Compartiré contigo un rato de este interminable peregrinaje y para eso quiero hablarte de mí, de lo que yo he aprendido en estos 58 años, de mi propia experiencia.
Quizá algunas cosas las repita varias veces, soy un escritor novel y seguramente cometeré fallos técnicos. También escribo a oleadas, por tramos, me dejo llevar cuando me vienen las ideas y luego intento darles forma y continuidad, aunque no sé si siempre lo conseguiré…
Por otro lado, la mayoría de las reflexiones que están aquí recogidas, aparecen por muchos lugares, porque siempre acabamos llegando al mismo sitio, las mismas verdades, los mismos conceptos; por eso me encanta añadir frases de grandes eruditos y pensadores. Por donde lo miremos, estamos todos en la misma montaña, tratando de subir un peldañito más.
Así que, aunque me repita, me sabrás disculpar, son valores que nos debemos meter bien dentro, repetir muchas veces para incorporar a nuestra vida; aire fresco a raudales, a ver si así nos podemos deshacer de todo lo antiguo. Tirar los incombustibles y polvorientos trastos viejos cuando llamen a la puerta los nuevos, más interesantes, ligeros y prácticos, que nos hagan sentir cómodos y puedan aportar algo de claridad, comprensión y paz.
No son nuevos, son los de siempre, la tienda siempre ha estado abierta, pero quizá hemos pasado de largo muchas veces, sin pararnos, sin fijarnos bien. Sin querer mirar o sin estar preparados para ver…
Esta es una oportunidad más para quien le apetezca echar una nueva ojeada. Una ocasión para desaprender, el verdadero camino del aprendizaje.
Solo soy un observador, de la vida, de mí, de lo que veo y de lo que no se ve. Inquieto y curioso, siempre me ha fascinado entrar en los vericuetos, saber por qué las cosas son como son, por qué actuamos de tal o cual manera, por qué las personas hacemos lo que hacemos. No quedarme en el juicio, en la forma, en la crítica, sino dar un paso más, ir al porqué de las cosas, como cuando era un niño, y adentrarme en el origen de las eternas pulsiones sexuales, de la agresividad, los vicios, el sufrimiento.
La mayor felicidad es conocer la fuente de la infelicidad
Me apasiona el comportamiento humano y sus motivaciones, nuestra educación, la profunda represión que tanto nos condiciona y la eterna búsqueda de la felicidad, que como veremos más adelante, no sabemos ni lo que es.
Espero no dejarme nada y hablaros de todo lo que ha sido importante para mí, de lo que he aprendido y lo que me ha funcionado. De la magia, los miedos, el dolor y la dicha, de las ideas que habitan allí arriba, en nuestra azotea y que nos conducen a que la vida no funcione como nos gustaría. Y de las que sí funcionan.
El Amor y el Ego, las dos caras de la moneda que descompone nuestra experiencia, la consciente y la inconsciente, la activa y la reactiva, la que se identifica con lo que ve y la que no, la que culpabiliza a los demás del origen de todos los males y la que comprende y encuentra en el interior el sentido de todo cuanto existe y sucede.
Llevo ya un largo recorrido en mi vida para saber que la mala suerte no existe, existen decisiones equivocadas, falta de atención, errores repetidos y creencias que nunca nos hemos replanteado y que nos siguen llevando a los mismos lugares sin saber qué hemos hecho mal. Y luego orgullo, apegos, deseos…, un buen cóctel.
Somos niños, aprendices de humanos pero aún no lo sabemos. Para disponerme a aprender tengo que reconocer primero que no sé.
Somos solo una raza avanzada de monos en un planeta menor de una estrella mediana
No entendemos el porqué de gran cantidad de los acontecimientos que suceden, de muchas de las cosas que pasan, pero que aun así se siguen produciendo. La tierra continúa girando, ajena a nuestra falta de comprensión. Pero según vamos evolucionando y reconociendo las leyes que rigen nuestro mundo, los enfados de los dioses se van transformando en Astronomía, la magia va dejando paso a la ciencia, la casualidad a la experiencia, el error a la práctica.
Quizá algunas de las que nos suceden a nosotros, todavía las consideremos fortuitas y las achaquemos al azar, pero hay tanto que ignoramos que no nos debería extrañar que eso, como todo lo demás, tenga una fórmula, un camino, una ley, y que lo que denominamos «suerte», pueda ser atraído a nuestra vida al aprender algunas cosas. O quizá desaprender, a menudo la vía más directa.
Si estamos atentos a todo lo que sucede, a las señales, nos abrimos a nuevas posibilidades, diferentes formas de «mirar» lo que vemos, ideas con las que podamos practicar y nos disponemos a dar lo mejor, a poner siempre nuestra mejor cara, una palabra y un gesto amable, cariño, dulzura y a corregir esos comportamientos que de forma automática surgen y nos manejan, es posible que logremos que «la suerte» aparezca más fácilmente.
Pero para ello, debemos cambiar algo.
No se puede cambiar sin que cambiemos lo que pensamos
En ambientes de crecimiento personal que conozco y en los que a veces participo, las conversaciones giran en torno a lo que pasará, al futuro, a cómo son los siguientes planos, a la próxima vida, y al sentimiento de integración, de conexión, de unión con «El Todo», que algunos autores describen y que aunque sea sutilmente, en ocasiones otros vislumbran.
Ciertamente hay momentos en los que de verdad conectas con algo, con una sensación «real» que es casi imposible describir y que al intentarlo nos topamos con las limitaciones, las nuestras, las que nos ofrece el lenguaje, los sentidos, condicionados por nuestro actual nivel de evolución.
Es algo muy íntimo, personal, experiencias que unos tienen, otros menos, y algunos hasta creen tener y utilizan en su propio beneficio. El ego tiene muchas artimañas. Desde luego demostrar habilidades como la percepción o la clarividencia, según mi experiencia, no implican un mayor trabajo personal y desarrollo espiritual, aunque por otro lado, terminarán siendo la consecuencia de elevar la consciencia.
Cuando aligeramos nuestra mente y potenciamos la calidad de nuestros pensamientos, la conexión con otros «campos vibracionales» se hace más evidente.
Las circunstancias no hacen al hombre, lo revelan
Algunos nacen con ese don, esa «facilidad» y otros con otras. He observado que a unos les ayuda y a otros les perjudica. Como todo en la vida, son elementos a nuestro alcance para que los usemos y veamos qué hacemos con ellos. Juguetes, herramientas y artilugios; como un arma, que en sí es neutra, pero el uso que hagamos será diferente en cada uno. Esto nos ayudará a definir y comprobar qué tenemos dentro, de qué pasta estamos hechos, qué subyace en nuestro interior.
Noto también que hay como un afán de salir de aquí, escapar de este lugar que parece ya no es el nuestro. Nos sentimos extraños, pulpos en un garaje, como en un país al que hemos ido de vacaciones, pero que toca ya regresar a casa.
Algunos así lo apreciamos, aunque la mayoría de las veces, lo que observo es que la sensación de querer desaparecer es generada porque no sabemos manejar las situaciones, no tenemos ningún control sobre nosotros mismos. Somos como peleles a merced de lo que suceda, doblegados por los sentimientos que emergen a borbotones por sí solos, que nos invaden, nos embargan y nos colocan donde les da la gana.
«No puedo evitarlo», como decía John Malkovich en «Las amistades peligrosas».
Y ahí sí que podemos hacer algo. Claro que se puede evitar, solo hay que saber cómo se hace. En vez de tratar de salir de aquí, vamos a intentar saber cómo estar mejor donde estamos.
Por momentos y cada vez más en la medida que estoy atento a lo que sucede, más pendiente de mí, de hacia dónde se me va la cabeza ante las circunstancias que la vida me pone delante, me da la impresión de que casi nada de lo que sucediese fuese conmigo. Me hace gracia la política, la religión, los sucesos que nos invaden cada día y nuestras desmesuradas reacciones. Lo contemplo como parte de una película en la que me he involucrado muchos años, pero de la que desde hace un tiempo empiezo a salir, a tomar distancia y a contemplar desde la butaca.
Ya no soy tan actor, cada vez me siento más un espectador que observa como una parte de mí, muy a menudo aún, se mete en su papel, se lo cree, interviene, grita, lucha y sufre. Pero otras juega, solo juega, confía, se abandona, deja que las cosas pasen sin oponer resistencia, sin querer modificar nada; solo observar e interactuar. Como un niño. A veces siento que estoy volviendo a ser un niño y eso me gusta.
La intuición se manifiesta con más claridad y las conexiones son cada vez más frecuentes. Según he adquirido la comprensión suficiente para, por ejemplo como ahora, atreverme a escribir mi primer libro, ya no quiero estar en otro sitio o escapar, como decía antes, me siento más a gusto aquí, el lugar que tantas veces percibí como hostil.
Era porque no lo comprendía, no sabía cómo funcionaba. Ahora lo sé mejor, por lo menos las respuestas a las preguntas que siempre me había hecho tienen en este momento más significado, y me llenan de claridad y paz. Conectan con algo que siempre he creído saber o que ya sabía pero necesitaba recordar, no lo sé, pero es un sentimiento muy profundo de haber encontrado lo que estaba buscando, de haber recuperado el control de mi vida.
Para encontrar la puerta de salida hay que aprender a estar como si nunca te quisieras marchar. Vivir intensamente la vida que tienes, disfrutar de todo y con todo es lo que otorga el pasaporte para ser de otra manera y quizá en otro lugar, cuando se termine la cuerda.
El propósito del libro es este:
Aprender cómo estar aquí de la mejor manera posible.
Hablar de lo que sé y de lo que he podido comprobar. Desde lo que conozco, lo que he vivido. No me ha dado tiempo para verificar todo y una parte es solo lo que creo saber, pero eso ya lo iremos viendo.
Intentar entender qué nos hace vivir mejor y qué hacemos para que la vida se nos enrede. Conectar con nuestras creencias, las que nos limitan y complican y las que nos llenan de alegría, paz y buenas correspondencias.
Desde la comprensión del objetivo y la finalidad de este perfecto diseño divino y del conocimiento de quién soy, conectar con la mejor versión de mí mismo, para que pueda saber cómo actuar siempre desde ahí y así lograr atraer la abundancia y la armonía del Universo.
Y para ello entrar en el lado oscuro, cada uno el suyo propio y averiguar qué esconde, cómo interpretarlo, cómo acogerlo y aceptarlo. Conocerme sin juzgarme, con amor, desde la seguridad de que yo no soy quien piensa, quien opina, ni siquiera quien siente; soy mucho más de lo que veo, infinitamente más grande. En realidad nada de lo que suceda es importante porque es efímero y terminará. Todo pasa y todo queda pero lo nuestro es pasar, como decía Serrat.
Eternos seres de Luz de «excursión» por la tierra, pero esto ya lo iremos desmenuzando…
Los griegos, uno de nuestros parientes culturales más cercanos, en el siglo IV a.C. escribieron: «Conócete a ti mismo». Un aforismo ciertamente interesante. Un breve extracto de la sabiduría griega condensada en una frase que nos insta a mirar dentro, buscar las respuestas en el interior.
Pero ¿quién soy?, ¿qué tengo que conocer? Ahí ya nos perdemos, porque tendemos a dar muchas vueltas por la calle antes de decidirnos a entrar en casa. Pero como también veremos, eso es parte del juego de vivir.
Unos pocos años antes, más o menos en el siglo XX a.C., vivió Hermes Trismegisto, el tres veces grande, por ser Dios, Rey y sabio; según la leyenda, el guía de Abraham. Asociado al Dios egipcio Thot y a Mercurio (Hermes, el mensajero de los dioses) por los griegos. A él se debe el concepto de Hermetismo, lo oculto, lo secreto; creador también de la Alquimia y de la Tabla Esmeralda, para guiarnos en el camino hacia el Santo Grial, simbólicamente el camino de la transformación interior.
La influencia de este histórico y casi mitológico personaje es incalculable y entre sus múltiples legados nos dejó los 7 principios Herméticos que más tarde se recogerían con el nombre de El Kybalion.
El primero dice: «El universo es mental». Todo es mente, y estoy plenamente convencido de que es así. Por contraposición hay una máxima que en el mundo espiritual se escucha constantemente: «Hay que aprender a sentir y a no pensar», hacer caso al corazón y no a la cabeza. Pero lo cierto es que somos seres pensantes, la máquina no se detiene, a razón de 2.500 pensamientos por hora, más de 40 al minuto y según los expertos la mayoría negativos, repetitivos y referentes al pasado. Ese incesante escándalo acalla a gritos los dulces susurros del interior.
El intelecto siempre tiene razón, pero la intuición nunca se equivoca
No podemos luchar contra la mecánica de nuestro vehículo, como tampoco alterar demasiado la frecuencia cardíaca ni el ritmo de la respiración, solo pararlos temporalmente con técnicas como la meditación. Según mi experiencia, más efectivo y duradero que tratar de disminuir la cantidad de los pensamientos, es mejorar su calidad, bajar la intensidad y elevar la frecuencia para conseguir que conecten con la armonía del universo y el latir de nuestro corazón. Y eso se consigue con comprensión.
Por tanto aprender a sentir es trascender el pensamiento: DEJAR DE PENSAR ES PENSAR CORRECTAMENTE.
Cuando uno verifica que las creencias son las adecuadas, deja de sufrir, de pasarlo mal, porque todo lo que provoca sufrimiento es debido a una creencia equivocada, una interpretación errónea respecto a cómo funciona el mundo.
No es algo para creer, es para crear, para crear más armonía, más paz, aportar alegría y relax, respuestas; también algo para revisar, material nuevo con el que podamos practicar.
Ante algunas afirmaciones que encontraréis, seguramente saltarán las alarmas, los viejos patrones mentales avisarán de que ahí hay algo que intenta socavar los cimientos, asaltar las almenas de nuestro robusto castillo.
Si es así, os pediría que por un instante os dejéis sentir, escuchaos. Puede ser que otra parte de vosotros conecte con algo de lo que leáis, pero solo durará un momento, rápidamente aparecerá la cabeza, sentando las bases de lo que se debe pensar, en lo que se tiene que creer y en lo que no. Lo que siempre ha sido, lo que es correcto y os mantiene apacibles en el sofá, la famosa «zona de confort».
La razón es rápida, muy rápida y reprimirá cualquier intento de rebelión argumentando de maravilla y con sopesada lógica, lo que trate de alterar su normal devenir, su equilibrio.
La intuición es el susurro del Alma
Pero ésta, la intuición, es aún más veloz, porque tiene línea directa. Tendréis tiempo de percibir una sensación, una conexión, un mensaje que resuene con vuestra paz interna y sabiduría innata. Si este es el caso, os aconsejo darle una vuelta más, meditar sobre ello un rato. Revisar a qué tipo de experiencia de vida os conduce el patrón mental que está en entredicho ahora y si, aplicando esa nueva forma de «ver» la realidad, las cosas podrían ser diferentes. Y si eso fuera así, ¿qué pasaría?
Este sería el momento de probar, de experimentar con esa idea, ese nuevo concepto. Abríos a la posibilidad de que pudiera ser de esa manera y dadle una oportunidad. Recordad que esto no lo digo yo, lo dicen los maestros de todos los tiempos, la verdad siempre ha estado ahí y ahora trata de llamar a tu puerta.
Cuando el alumno está preparado aparece el maestro
Es algo que también conectó conmigo en un momento de mi vida en el que estaba preparado para ver y con lo que me animé a practicar. También tuve que tirar por tierra algunas viejas ideas, pero al hacerlo todo cambió y por eso me estás leyendo. Lo que se tiene es para dar.
Algunas veces cuesta mucho deshacerse de patrones, convicciones, comportamientos, opiniones, abrirnos a otras posibilidades, ceder y transigir. Pero aquí no hablo de fácil o difícil. Eso, como tantas cosas, es una más de las limitaciones que nos impone la mente para no mover nada. Hablo de hacerlo o no hacerlo y para eso hay que querer (actitud) y saber cómo se hace (información).
Lo que sé es que cuanto más complicado nos resulte derribar una muralla que hayamos creado, significará que nuestra intención ha sido más grande, por tanto mejor nos sentiremos después y mayores beneficios obtendremos en todos los ámbitos de nuestra vida, para nosotros y para los que nos rodean.
Os propongo liberaros de rigideces y restricciones mentales y, en la medida de vuestras posibilidades, leed desde la ausencia de juicio, de ir rastreando cada palabra, si se acomoda a lo que pensáis o no, si llevo razón o estoy confundido. Daros la posibilidad, abriros a una lectura meditativa, infantil, dejando que lea quien tiene que hacerlo, no tú, sino Él, el que habita dentro de cada uno. Ese que todos tenemos en común y que reconocerá el mensaje oculto detrás de las palabras…
Un par de puntualizaciones más antes de continuar:
– Para ser más eficiente, utilizo el masculino como genérico de ambos sexos. Nada más lejos de mi intención que dejar de lado al sexo femenino, aquí estamos todos, todos los que se quieran dar por enterados, sean quienes sean. Además, en este entorno de búsqueda e inquietud personal y desde los años 70 que comencé el eterno discurrir por las aguas turbulentas de la mente, los grupos de crecimiento con los que he compartido actividades, los seminarios a los que he asistido, las conferencias, las charlas, etc., han estado y aún siguen estando hoy mayoritariamente compuestos por mujeres. En algunos casos hasta he sido el único de mi sexo.
Como nos aclara Darío Villanueva, director de la RAE: «El problema está en confundir la gramática con el machismo». Por eso, a nivel práctico, para ser eficiente y ya que el lenguaje opera de esa manera, utilizo el género masculino para incluirnos a tod@s.
– Aclarar también que, con los ejemplos que utilizo, he tratado de aproximarme lo más posible a lo que conocemos, a la vida diaria, para que así el concepto resulte de mayor utilidad. Casos y cosas que he rescatado de mi propia experiencia. A menudo directo e incisivo, como me gusta presentarme, y aun a riesgo de ser demasiado vehemente, aparecer lo más claro posible, para que os podáis sentir identificados o reconocer en ellos a alguien cercano.
No se aprende si no es a través de la propia experiencia, aun así «cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, pon las tuyas a remojar». El ejemplo en el semejante nos ayuda a verificar y comprobar muchos de los temas que vamos a ir viendo y quizá prever consecuencias y posibles resultados en nosotros.
Sin más y desde el cariño que he puesto en la realización de esta «ópera prima», deseo de todo corazón que os guste y os ayude a comprender, para llenaros de felicidad, paz y amor.
COMPRENDER PARA SER FELIZ
También lo puedes encontar en:
EL ALMAZEN NATURAL, c/ Alcalá 78, semiesquina Príncipe de Vergara
y en ESPACIO ARGENTA, c/ Argenta 14